En Venezuela se usa para hablar de un gato pequeño o un felino enano, casi siempre con tono cariñoso o juguetón. También puede usarse para referirse a un niño travieso que anda correteando por todos lados. Es de esas palabras que suenan tiernas, pero igual el tigrito te puede arañar feo, ojo ahí.
"Chama, tu tigrito no para quieto, ya botó la mata, rayó el sofá y todavía lo ves y dices que es un angelito."
Un tigrito es un apodo cariñoso y medio fastidioso para el que vive curucuteando lo ajeno, siempre pendiente del chisme y metiendo la nariz donde no lo invitan. Es como el reportero no oficial del barrio, se entera de todo antes que nadie y encima disfruta el salseo, que tampoco es que se queje mucho.
"Mira, ahí viene Manuel, el tigrito del barrio, fijo ya sabe quién se peleó en la bodega y hasta qué dijo cada quien mientras tú ni te has enterado."