Se dice cuando hace un frío de cagarse, de esos que te pega el viento mendocino y se te mete hasta en el alma. No es solo que esté fresquito, es que salís dos minutos y ya estás tiritando como si te hubieran tirado a la acequia en julio. Ideal para quejarse con dramatismo bien cuyano.
"Salí a comprar unas tortitas y había tremendo fresco, el Zonda ni apareció pero igual me dejó duro. Me volví a casa a los saltitos, ni el mate me salvó."