Frase muy de trato cercano para responder o despedirte con humildad y buen rollo, como diciendo que estás a disposición del otro. Se usa cuando alguien te da las gracias, te pide algo o te suelta una indicación, y tú contestas con ese puntito de cachondeo respetuoso. No es servilismo, es cortesía de calle.
"Le eché una mano a mi tío con las cajas y, al irme, le solté: A mandar, jefe, que luego me invitas a una caña."