Se usa cuando algo te tiene la mente vuelta un ocho, dándole mil vueltas sin parar y fastidiándote el día. Es ese rollo que no te deja dormir, que te pone el coco a mil y te saca la piedra. No es solo preocupación, es como un estrés sabroso pero bien ladilla. Y hay que admitir que todos vivimos en calentamiento de cabeza constante.
"Desde que se dañó la nevera, mi mamá anda con ese calentamiento de cabeza, echándole la culpa a Mercurio retrógrado y a la vecina chismosa de al lado."