En La Guaira se usa para decir que alguien está reventado del cansancio, sin fuerzas ni para levantarse del sofá. Es como si el cuerpo hubiera dicho basta y te hubieran pasado por encima mil autobuses. Suena dramático, pero es el día a día después de sol, playa, cola y calorón, y hay que admitir que describe perfecto ese nivel de fatiga.
"Chamo, subí esas escaleras del barrio con las bolsas del mercado y quedé tan derrumbado que me tiré en la cama con el ventilador en la cara y no me paró ni el olor a arepas."