Se dice cuando te entra el sueño y vas a echarte una siesta o una cabezadita, normalmente después de comer o cuando el cuerpo ya no da para más. Es como admitir que te estás apagando poco a poco y necesitas recargar. Muy de casa, muy de sofá y con cero culpa, que la siesta es sagrada.
"He arrasado con el ternasco y ahora no me habléis, que me voy a doblar el pico en el sofá diez minuticos y vuelvo nuevo."
En Risaralda se usa para decir que alguien comió durísimo, que se pasó de la raya con la tragadera. Es como cuando ves a un pana que no suelta el plato y sigue repitiendo sin pena. Sirve tanto para vacilar a un amigo glotón como para admitir que uno mismo se dio una atracada brava.
"Parce, ayer en el asado doblé el pico feísimo, me comí media res, dos arepas con quesito y todavía me antojé de natilla con buñuelo."