Se dice cuando alguien vomita a lo bestia, sin disimular y con una potencia casi épica. Es como “echar la pota”, pero con ese toque de vacile de hacerlo a lo macho, en plan bruto y exagerado. Suele soltarse entre colegas para reírse del drama de la resaca, aunque la escena sea bastante lamentable.
"Salimos del poteo y, al tercer kalimotxo, el Iker se puso blanco y acabó echando la pota como un tío en un portal. Menudo cuadro."