Se dice cuando te cae un marrón encima y acabas metido en un lío o en una faena que no esperabas. Vamos, que ibas a echar el rato tranquilo y de repente te toca pringar, resolver el follón o comerte el curro. Muy de andar por casa, y bastante útil cuando la vida te la lía sin avisar.
"Iba a tomarme un clarete tan tranquilo y, nada, me esmarroné: se rompió la bomba del riego y me tocó pringar toda la tarde en el viñedo."