En Chile se dice filo para cortar el tema y restarle importancia a algo. Es como decir da lo mismo, ya fue o no me voy a calentar la cabeza por esto. Sirve para soltar una preocupación, cambiar de plan o cerrar una discusión sin drama. Bien chileno y bien práctico, porque amargarse sale caro.

"Se canceló el carrete a última hora y yo ya estaba listo con la pinta. Filo, nos vamos a la plaza a tomar algo y era."

En Falcón, filo es esa hambre salvaje que te ataca de repente, sobre todo después de rumbear duro o de pasar muchas horas sin probar bocado. No es solo tener hambre, es sentir el estómago pegado a la espalda y andar pensando en comida todo el rato. Es tan común que casi todo el mundo la usa sin pensarlo.

"Chamo, anoche salimos de la rumba a las cinco y yo tenía un filo tan bravo que me bajé tres arepas, dos empanadas y todavía estaba viendo el menú con cariño."

En Venezuela, tener filo es tener un hambre brutal, de esas que te ponen de mal humor y te hacen ver cualquier cosa como comida. No es un simple antojito, es estar en modo me lo como todo, desde una empanada hasta la servilleta. Se usa un montón en la calle y suena bien criollo.

"Chamo, tengo un filo arrechísimo, si no aparece una arepa ya, me voy a zampar hasta las galletas de la guantera."

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