Se dice cuando alguien se escurre sin hacer ruido para zafar de una responsabilidad o desaparecer de un plan sin dar explicaciones. Es el típico que espera el momento justo, se hace el boludo y sale patinando como si nada, dejando el quilombo para el resto. Muy de vivo, muy de caradura, y sí, tiene su encanto.
"En el asado, cuando tocó lavar los platos, el Juan se hizo un pingüino y se borró al toque. Después cayó con una birra como si no hubiera pasado nada, alto cara dura."