Se dice cuando alguien se desmadra fuerte en una fiesta y ya se le ha ido la pinza del todo. Es como irse de madre pero con sabor manchego, con alcohol, gritos, risas y alguna que otra vergüenza ajena. Normalmente implica que la cosa se ha pasado de rosca y que al día siguiente habrá resaca física y moral.
"Estábamos tranquilos en las fiestas del pueblo y de repente el Julián se fue de orza, se subió a la barra, pidió otra ronda a gritos y acabó cantando pasodobles con la banda municipal"