Se le dice a un carro que por fuera se ve bien madreado, como si lo hubieran sacado del deshuesadero, pero por dentro trae buen motor y jala durísimo. Es el típico “no juzgues por la fachada” versión automotriz. En talleres y barrios siempre hay uno, y da gusto cuando deja callados a los fresas.
"Ese bochito todo oxidado parece que ya no da una, pero es joya del deshuesadero: en la subida al cerro les pasó a todos como si nada."