Se dice de una chavita “fresa”, o sea, medio mamona y presumida, que habla y se mueve como si todo fuera de marca y de lujo. Suele traer gustos fresones, acento cuidado y vibra de que el mundo le debe algo. No siempre es insulto, pero casi siempre viene con carrilla.
"Ahí viene la niña fresa con su cafecito de 90 pesos y lentes enormes, y uno nomás queriendo unos tacos de la esquina en paz."