Se usa para decir que alguien se pasa horas pegado al teléfono, chismeando sin parar como si la llamada cruzara mares y no se fuera a acabar nunca. Suele ir con tono de burla cariñosa, porque ya sabes que luego llega el recibo y hasta da miedo verlo. Y hay que admitir que la imagen del charco está curiosa.
"No manches, la Brenda se pasa el charco todas las noches con la comadre, ya hasta el perro se sabe los chismes y la cuenta del teléfono va a llegar al cielo"