Se usa cuando alguien ya no puede más físicamente y decide parar, rendirse o irse a descansar, sobre todo después de una rumba larga o una jornada agotadora. Es como admitir que el cuerpo dijo basta y que la pata no da para un paso más. Muy de cuando la fiesta está buena pero tú ya estás fundido.
"Pana, la rumba estaba tan pasada que a las seis de la mañana tuve que rendir la pata, dejar el reguetón a media canción y pirarme en taxi antes de quedar doblado en la acera."