Apodo bien puneño para alguien travieso y picaresco, de esos que siempre están maquinando una y te la hacen con carita de yo no fui. Tiene ese toque de diablura andina, como de duendecillo del altiplano. Se usa más en confianza, para vacilar, no tanto como insulto pesado. Y sí, suele venir con risa y resignación.
"Ese sajracha de mi primo me cambió el cargador por uno roto y encima se hace el santo, ya pues, en Puno todos lo conocen."