En Monagas se usa en plan vacilón para hablar de alguien con la nariz bien prominente, como si fuera un tabique de pared. No siempre es con mala intención, pero puede picar si no hay confianza. Fuera de la broma, tabique también es una pared delgada o un obstáculo que te corta el paso.

"Chamo, con el tabique que tiene José, si se voltea duro tumba las arepas y hasta te apaga la hornilla. Mejor que no se emocione en la cocina."

En Iquitos, si te sueltan que alguien es un tabique, no es que sea un ladrillo con patas. Es que es terco a morir, de los que se les mete una idea en la cabeza y no la sueltan ni aunque les ruegues. Sirve para pinchar a alguien por su cabezonería, con cariño o con fastidio, según el tono.

"Ya déjalo, causa, Joel es un tabique, no va a aflojar aunque le lleves su juane y le hables bonito toda la tarde."

En Loreto, tabique no va de narices ni de paredes. Es una hamburguesa enorme, de esas que parecen un ladrillo y te obligan a comer con las dos manos y cero dignidad. Se pide cuando tienes un hambre criminal, sobre todo después de la juerga. Si te lo acabas entero, te ganas el respeto del barrio.

"Salimos del tono y, con el bajón encima, caímos al puestito de la esquina: dos tabiques con harta salsa y una gaseosa, que si no me desmayo ahí mismo."

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