Se dice cuando te clavás una siestita corta y bien merecida, de esas que te resetean el alma. Suele caer después de un asado pesado, un viaje largo o una mañana de laburo. No es dormir por dormir, es pegar un cabezazo estratégico para volver a la vida. Y sí, es un placer culpable.
"Después del asado en lo de Juancito me topé una siestita en el sillón, roncando bajito, y me levanté listo para el mate y el segundo tiempo."