En Áncash, trazar es armar un plan tranqui con los patas y que la noche se descontrole bonito. Empiezas con algo simple, tipo ir a cenar o tomar unas chelas, y terminas en cualquier lado, con anécdotas locas y risas hasta el amanecer. Es como que el plan se estira solo y nadie se quiere ir a su casa.
"Dijimos que íbamos a trazar nomás en la esquina con unas chelas, y terminamos en Caraz, subidos en una camioneta, cantando huaynos a todo pulmón con medio barrio."
En Puno, trazar es ponerse a comer con una gana brutal, sin miedo al plato ni a la panza. Es cuando ves la comida y dices hoy sí se come de verdad, como si fuera la última cena. No es solo comer, es devorar con alegría, sin culpa y con todo el entusiasmo del mundo, que para eso está la vida.
"Hermano, ayer en la fiesta patronal me tracé tres platos de caldo de cabeza, dos de chicharrón con mote y todavía pregunté si había postre, la gente pensó que estaba poseído."
En Perú, trazar es armar un plan bien pensado para una juerga, una travesura o cualquier movida que quieras que salga épica. No es solo dibujar líneas, es cranear la jugada con malicia criolla, coordinando todo para que el vacilón salga redondo. Y hay que admitir que cuando se traza bien, la noche se pone legendaria.
"Causa, hoy en la noche vamos a trazar una juerga brava en la azotea, con chelas heladitas, parlante a full y hasta el vecino chismoso va a querer subir."
En Atacama, trazar no es solo dibujar un plan en papel, también es armar la ruta para salir a caminar por el desierto, despejar la cabeza y perderse un rato entre dunas y cerros. Es como decir que vas a vagar sin apuro, con calma y con la excusa perfecta para desconectarte del ruido. Y la verdad, suena bastante tentador.
"Mañana vamos a trazar por el desierto con mi abuela, llevamos agua, sombrero, unas cumbias bien prendidas y que el resto del mundo se arregle solo"