En Mérida se usa para hablar de un frío repentino y bien sabroso que te agarra mal parado, sin abrigo ni nada. Es ese cambio de clima que te hace tiritar y arrepentirte de no haber sacado la chaqueta. Básicamente es cuando el clima se pone bravo y te pega un jalón de orejas helado. Y sí, tiene su encanto.
"Bajé a comprar pan en franela porque hacía sol y a la media hora se vino tremendo capote, terminé temblando en la cola de la panadería como pendejo."