Se dice cuando alguien anda aceleradísimo, hablando o moviéndose tan rápido que no se le entiende ni papa. Es como si tuviera una turbina prendida y estuviera en modo apuro permanente. Sirve para vacilar al que llega alborotado, o para quejarse de ese ritmo loco que no deja ni respirar.
"Marico, ese pana llegó con un turbineo que no le entendí nada, hablaba, caminaba y gesticulaba a la vez, parecía una licuadora con patas en plena autopista."