Se usa para decir que algo o alguien te saca de quicio, te desespera o te tiene la cabeza hecha un bombo. También puede ser al revés y significar que alguien te encanta tanto que te trae loquito perdido. El tono lo marca el contexto, así que ojo, que puede ser queja o declaración intensa.
"Ese perrito del vecino ladrando a las seis de la mañana me vuelve loco, un día más y salto por el balcón en pijama a negociar con el chucho"