Se usa para hablar de un golpe o una caída bien dura, de esas que te dejan viendo estrellitas. También vale para un porrazo emocional, cuando algo te sale fatal y te baja de la nube en un segundo. Es muy de calle y suena exagerado a propósito, como para dramatizar el totazo con estilo.
"Iba todo campante por la Séptima, pisé una baldosa floja y me di un zorrazo que hasta el celador se rió. Quedé con la rodilla morada y el orgullo peor."