En Áncash, chancar se usa para decir que algo o alguien te deja chancado, o sea, bien fastidiado, molesto o con una cólera que te hierve por dentro. No es solo estar incómodo, es estar con la paciencia hecha trizas por una situación pesada. Suena fuerte y bien serrano, y se entiende al toque.

"Ese cobrador me chancó con su bulla y su apuro, llegué a la chamba con una cara que asustaba hasta al jefe."

En Bolivia se usa para decir que vas a machacar algo con ganas, ya sea comida, objetos o incluso en plan figurado cuando alguien recibe una paliza tremenda. Es como triturar o aplastar hasta que no quede casi nada reconocible. Suena fuerte, pero en la cocina es el pan de cada día y tiene su encanto rústico.

"Apurate pues, voy a chancar los ajos y el ají en el batán porque esta llajua tiene que salir brutal para el pique macho de esta noche"

En Cusco se usa para decir que alguien está estudiando a lo bestia, metido en los libros como si no hubiera mañana. Es más que solo hacer la tarea, es vivir pegado a los apuntes, subrayar hasta el aire y ojeras nivel panda. Suena exagerado, pero cuando toca chancar, toca chancar y no hay escapatoria.

"Estoy chancando tan fuerte para el parcial que si me sacan de la biblioteca un rato me desmayo como llama sin pasto"

En Junín y en buena parte del Perú, chancar es ponerse a estudiar a lo bestia, metiéndole horas como si te fueran a cobrar por distraerte. Es empollar con presión, normalmente antes de exámenes o entregas, cuando ya no hay margen para hacerse el loco. Suena sufrido, pero oye, a veces toca chancar y sobrevivir.

"Causa, hoy no hay pichanga ni nada. Me voy a encerrar a chancar porque mañana tengo parcial y estoy más perdido que cuy en autopista."

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