Se usa para hablar del momento clave en el que se cierra un trato gordo o se toma una decisión importante, como el golpe final que lo deja todo decidido. También puede sonar a jugada lista, como cuando alguien aprovecha la ocasión y remata la operación a su favor. Tiene ese punto de cierre definitivo que ya no tiene marcha atrás.

"Llevaban meses mareando la perdiz con la venta de la nave y ayer el cuñao apareció con el notario, dio el martillazo y se la llevó por cuatro perras gordas mientras los otros seguían dudando."

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