En Murcia se usa para hablar del momento glorioso de quitarse los zapatos al llegar a casa y notar cómo los pies vuelven a la vida. Es ese instante de alivio máximo después de todo el día currando, pateando la huerta o tragándote La Manga entera. No es solo descalzarse, es casi un ritual sagrado, y la verdad es que engancha bastante.
"He llegado a casa reventado de currar en la huerta, me he pegado un buen deszapato en el sofá y casi lloro del gusto, ni el mar Menor me relaja tanto, primo."