Se dice cuando alguien se pone a tomar sol a lo loco, sin bloqueador ni vergüenza, y acaba bien tostado, rojo o quemado. Es típico de tardes de calor, plan playa, río o patio con una silla plástica y cero preocupación. No es precisamente recomendable, pero hay que admitir que la palabra suena sabrosa.
"Chamo, deja de echarte un solazo ahí en la acera, que mañana amaneces rojo y pelándote como si te hubieran hervido."