Se usa para vacilar a alguien que está totalmente desorientado, que no entiende nada o no sabe ni dónde está parado. La gracia está en la imagen absurda de buscar un ombligo en la espalda, algo imposible. Es una expresión bien creativa y algo burlona, pero normalmente se dice en tono de broma entre patas, no con mala leche.
"En el examen de mate, el pobre Juan estaba más perdido que ombligo de espaldar, mirando el techo y preguntándose en qué momento dejaron de sumar con los dedos."