En Chihuahua y el norte de México, harto se usa como intensificador, tipo muy, un chingo o un montón. Sirve para decir que algo es mucho, grande o que está bien pesado, no que ya estás hasta la madre de algo. Es de esas palabras simples que, bien puestas, suenan bien norteñas.

"No manches, te serviste harto pozole y todavía quieres postre, así ni el compa más tragón aguanta."

En Baja California decir que estás harto es que algo o alguien ya te tiene hasta la coronilla, bien fastidiado y sin paciencia. Es ese punto donde cualquier cosa extra ya te truena la tacha y quieres mandar todo al Mar de Cortés sin ver atrás. No es solo cansancio, es molestia acumulada con sabor norteño.

"Neta, ya ando bien harto del calorón, ni las cheves bien heladas del Oxxo me hacen el paro, ya quiero que sea invierno."

En Puno y en buena parte del Perú, harto se usa como intensificador para decir mucho, un montón, en cantidad o en grado. Vale para cosas contables y no contables, y suena bien de calle. No es que sea “demasiado” siempre, es más bien un “bastante” tirando a bestia. Y sí, engancha.

"Hace un frío bravo en Puno, así que me voy a poner hartas chompas y mi gorrito, porque si no, quedo tieso en la esquina."

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