En Piura se le dice mandarina a la persona que vive mandada por su pareja, bien pisado y sin mucha voz ni voto. Es como un títere con los hilos bien amarrados, que solo asiente y obedece. Da risa verlo, pero también da un poquito de pena ajena cuando ya se pasa de obediente.
"Desde que se juntó con la Yessenia, el Chato es una mandarina total, hasta para ir a la pichanga tiene que mandarle ubicación por WhatsApp."
En Chubut se le dice mandarina a alguien medio blandito, fácil de convencer o de manejar, como si lo pelaras sin esfuerzo. Va con tono de cargada, no es el insulto más heavy, pero pica. Ideal para el amigo que cambia de plan en dos segundos si le insistís un poquito.
"No le pidas mucho a Juan, es re mandarina: le tirás dos chamuyos y ya te está haciendo la segunda, al toque."
En Misiones mandarina no es la fruta, es el pobre tipo que está re mandado por la pareja, que no se mueve si no le dan permiso. Es como decir pollerudo pero con sabor misionero, medio en chiste medio en verdad. Se usa para cargar al amigo que siempre falta al plan porque la pareja le baja el pulgar, y hay que admitir que tiene su gracia.
"Che boludo, dejá de hacerte el mandarina y venite al asado, tu señora ni se va a enterar que te escapaste un rato con los pibes."
En Ecuador se usa para hablar del tipo que hace todo lo que su pareja quiere, sin rechistar, como si fuera su asistente personal de tiempo completo. No decide casi nada por sí mismo y vive pendiente de complacerla en todo. Es medio burla cariñosa, medio crítica, y hay que admitir que a veces describe escenas bastante cómicas.
"Desde que Carlos está con Julia anda hecho mandarina, el man dejó de salir con los panas porque ella se enoja si llega cinco minutos tarde del trabajo."