Se dice cuando alguien se arrima a escuchar una conversación que no es suya, bien atento y medio a escondidas, como quien no quiere la cosa. Vamos, el clásico chismoso que anda de metiche cazando el cuento completo. No siempre es maldad, a veces es pura curiosidad, pero queda feíllo si te pillan.
"Mae, deje de pegar la oreja, ¿sí? Estamos hablando de lo del brete y usted ahí, pegadísimo a la puerta como si fuera novela."