Se usa para decir que alguien debe llamar a otra persona alzando la voz, como para que lo escuchen desde lejos o entre mucho ruido. Es muy de cuando estás en la casa del pana, en el río o en plena bulla y no te vas a poner a caminar hasta la cocina. Y sí, a veces sale el espíritu de vendedor playero.

"Oye compadre, cuando llegues al kiosco pega un grito y dile a la doña que mande dos maltas bien frías y unas empanadas, que este calorón nos va a derretir aquí en la orilla."

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