En Risaralda se usa para vacilar a alguien que se cree muy importante, muy fino o muy de clase alta, pero que igual termina haciendo los mandados como cualquiera. Es medio cariñoso y medio burla, perfecto para bajarle los humos a ese amigo creído. Y hay que admitir que suena sabroso cuando se suelta en el momento justo.
"Uy, señorito, tan elegante y todo y le tocó ir por las empanadas y la gaseosa porque a nosotros nos dio pura pereza movernos del sofá."
Se usa para hablar del que se cree muy fino, delicado o de alta sociedad, aunque en realidad no tenga ni para el pasaje. Es ese que evita cualquier trabajo pesado, se queja por todo y actúa como si el mundo estuviera para servirle. A veces se dice con cariño, pero casi siempre lleva su buena dosis de burla.
"Mi causa el señorito no quiere ir a la chacra porque dice que el sol le malogra la piel, pero bien que se apunta cuando hay pachamanca y chelas gratis"