En Durango se usa para decir que alguien comió como si no hubiera mañana, hasta quedar con la panza a reventar y con el botón del pantalón pidiendo auxilio. Es como darse un atracón sabroso, de esos que luego te dejan con la mirada perdida y pensando en por qué no te supiste medir, aunque en el fondo valió la pena.

"Ayer en la fiesta de la tía hubo birria, frijoles, pastel y cheve, y yo bien valiente me eché tal panzazo que terminé tirado en el sillón viendo la tele sin poder ni levantar la panza."

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