Expresión muy boyacense para quejarse de algo o alguien que salió malísimo, de pésima calidad o que decepciona duro. Es como decir que algo es pésimo, miserable o bien chafa, pero con sabor campesino de Boyacá. Se usa tanto para cosas materiales como para situaciones que salieron re mal, y la verdad suena bien sabroso.
"Hermano, pedí almuerzo ejecutivo y me trajeron solo arroz blanco con un huevo triste, ¡qué vil!"