En Andalucía, zancudo se usa para hablar de alguien muy alto y larguirucho, con unas patas que parecen zancos. A veces también se dice medio en broma cuando la persona va andando con mucha zancada, como si fuera modelo de pasarela. No es un insulto grave, más bien una guasa cariñosa, aunque según el tono puede picar un poquito.
"Quillo, ha entrado en el bar un zancudo que casi roza el ventilador del techo, como se agache un poco se lleva las luces por delante."
En Piura se usa para hablar de alguien bien metiche, que se mete en todo lo que no le incumbe y anda husmeando en la vida de los demás. Es como un mosquito pesado que no deja de picar y aparecer donde nadie lo ha llamado. Fastidia, pero a veces hasta da risa lo chismoso que puede ser.
"Oe, ese Juan es bien zancudo, siempre se mete en las broncas ajenas y termina opinando más que los que están peleados."
En Querétaro y por ahí, decirle a alguien zancudo es llamarlo colado, el que cae sin invitación y se pega nomás para comer, pistear o sacar plan. Como el mosquito, aparece de la nada y no lo despega nadie. Suena burlón y medio carrillero, pero se usa más en cotorreo que en pleito.
"Ya teníamos la carnita asada armada y cayó el Toño bien zancudo, sin invitarlo, nomás porque olió las chelas y quería agarrar taco."
Apodo medio cariñoso medio de vacile para la gente alta y flaca, con patas larguísimas y cuerpo todo hueso. Es ese pana que parece un insecto gigante cuando camina, puro paso largo y desgarbado. A veces se usa con cariño y otras para echarle broma, pero casi siempre termina dando risa.
"Mira, ahí viene el zancudo del combo, con esas patas largas cruza del barrio al malecón en dos zancadas y ni se despeina."