Dicho muy de por allá para hablar de pegarse una siesta o un descanso bien sabroso, de esos que te dejan flotando y con la cara de paz total. No es nada religioso, es puro vacile: te desconectas un rato y vuelves como nuevo. Si roncaste duro, igual cuenta, nadie te va a juzgar.
"Chamo, me tiré en el chinchorro cinco minutos y me eché una angelada brava, desperté babeado y feliz, como si me hubieran reiniciado."