En la costa Caribe, y en Magdalena en particular, jartar es comer sin control, como si te fueras a acabar la nevera tú solo. Es ponerse a tragar con ganas, sin pena y con toda la sabrosura del mundo. A veces también se usa para beber mucho, pero casi siempre va de comida. Y hay que admitir que suena bien poderoso.
"Hermano, ese man llegó al sancocho todo entusado y se puso a jartar tan duro que dejó sin yuca, sin carne y sin ají a medio barrio, parecía recién bajado del cerro"
Forma divertida de decir que alguien está bebiendo mucho o comiendo como si no hubiera un mañana.
"Ayer en la fiesta, nos jartamos de ron y terminamos bailando vallenato con los cocoteros."
En Sevilla, 'jartar' no es solo para llenarse el estómago, también significa comerte la vida a tope. Es esa energía de alguien con ganas incontrolables de disfrutar al máximo cada momento.
"Después de un año tranquilito en el pueblo, Carmen se mudó a Sevilla y se ha puesto a jartarse de fiestas y aventuras como si solo existiera el presente."
En Santander y buena parte de Colombia, jartar es meterse una buena comida o bebida, normalmente en cantidad y sin pena. No es solo comer, es darse el gusto, como cuando por fin hay plata y te desquitas del arroz con huevo. Suena callejero, medio exagerado y bien sabroso.
"Oiga, parceros, caigamos donde Doña Luz y nos jartamos unas arepas rellenas, que hoy ando con un hambre brava y no perdono ni el ají."
Verbo bien coloquial para decir que comiste un montón, a lo bestia, hasta quedar lleno y feliz. Se usa mucho en el habla popular y suena muy de parche, sobre todo cuando hay comida buena y cero pena. Vamos, que le diste duro al plato y no dejaste ni las migas.
"Nos fuimos pa'l festival del joropo y yo me jarté de mamona y arepas, que después ni podía bailar y me tocó aflojarme el cinturón."