Cuando alguien te dice una verdad bien dura, como tu mamá regañándote por llegar tarde. Es como recibir un sermón súper intenso.
"Ayer llegué a casa a las 3 a.m. y mi abuela me leyó la cartilla; casi se me olvida cómo se cierra la puerta."
Se usa cuando alguien te echa una buena bronca, de esas que te dejan clarito qué has hecho mal y qué no puedes volver a hacer. Es como una charla seria con tono de regaño, donde te ponen los puntos sobre las íes. No siempre es con gritos, pero sí con autoridad, y suele cortar el rollo bastante.
"Volví a casa a las cuatro de la mañana sin avisar y mi madre me leyó la cartilla nada más abrir la puerta, casi me hace un informe detallado de mis pecados."
Expresión para cuando a alguien le pegan un regaño serio, con discurso incluido, por haberse portado mal o haber metido la pata feo. No es un simple jalón de orejas, es que te sientan, te enumeran tus cagadas y te dejan clarito cómo son las reglas. Y sí, suele doler más el sermón que el castigo.
"Llegué a las 3 de la mañana todo prendido y al otro día mi papá me leyó la cartilla tan duro que hasta el perro se escondió debajo de la cama"
Regañar a alguien diciéndole sus verdades de manera directa, como un sermón, cuando ha cometido un error o se ha portado mal.
"Cuando llegó tarde y sin avisar, su mamá le leyó la cartilla tan fuerte que hasta los vecinos se enteraron."
Expresión usada cuando alguien te pega una regañada seria, de esas que te sientan y te explican punto por punto en qué la cagaste. Es como un jalón de orejas bien estructurado, con todo el sermón incluido. No siempre gusta, pero toca aguantárselo porque casi siempre uno sí metió la pata duro.
"Llegué a las tres de la mañana todo entonado y al otro día mi mamá me leyó la cartilla tan sabroso que hasta el perro se fue a esconder debajo de la cama."