En Santa Fe se usa para bancarse que alguien hable y hable sin parar, prestando atención a medias o solo por compromiso. Es como poner el oído en modo piloto automático mientras la otra persona descarga todo su rollo. No es exactamente meditación, pero sí un ejercicio de paciencia que a veces debería contar como trabajo emocional pago.

"Boludo, mi suegra cayó con el termo bajo el brazo y tuve que hacer oído dos horas mientras me relataba la vida amorosa del perro del vecino."

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