En Chaco se le dice limón a esa persona que siempre está amarga, que tira mala onda y te pincha el globo en cualquier plan. Puede ser el amigo que se queja de todo, que ve el lado negativo o que te baja la euforia cuando la estás pasando bomba. Básicamente, es el aguafiestas del grupo, aunque a veces ni se dé cuenta.

"Estábamos todos re manija organizando el asado y cayó el Juan en modo limón diciendo que seguro llueve, que la carne va a salir dura y que nadie va a traer hielo, un bajón total."

En La Guaira decir que alguien es un limón es llamarlo amargado, gruñón, de esos que siempre andan con cara de culo y mala vibra. Es como si todo les molestara y nunca se relajaran, como si vivieran con una gota de limón eterna en el ojo. Y hay que admitir que la imagen es bastante gráfica.

"Chamo, deja de ser tan limón, ven pa’ la playa, tómate una fría y suéltate esa risa que pareces foto carnet vencida."

En Coahuila, decirle a alguien que es un limón es llamarlo amargado, de esos que traen cara de pocos amigos todo el día y se quejan por cualquier cosa. Es como decir que anda agrio, cortante o de malas, como si se hubiera echado un trago de jugo de limón sin azúcar. Y sí, se nota.

"No le hagas caso a Luis, anda bien limón desde que perdió en las cartas y hasta el café le sabe mal, el vato."

En El Salvador se le dice limón a la persona amarga, gruñona o que siempre anda con cara de pocos amigos. Es ese del grupo que todo lo critica, siempre ve el lado feo de las cosas y te apaga la fiesta. Igual a veces hace falta para equilibrar el relajo, aunque dé ganas de exprimirlo y tirarlo lejos.

"Mirá, si vamos a la playa no le avisés a Marvin, que ese maje es un limón andante y nos va a arruinar todo el vacil, mejor que se quede en la casa viendo novelas."

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